Los reconocimientos oficiales dan eco y satisfacen, pero ninguno tan importante como el del comensal cotidiano
Suman premios. Y lo hacen desde una humildad aldeana que ni les cambia, ni les despeina: sencilllez en estado puro, amabilidad sin afectación, atención puntillosa.
Ambos son así, paisana y paisanu, guisandera y camarero, dama y caballero. Les sale de dentro y a naturalidad plena. Pero también manejan la elegancia; incluso tangibles toques de distinción que van aumentando al ritmo de una popularidad ganada con certeros y continuados golpes de trabajo, acierto, logro y satisfacción.
Por continente está la alargada casa, la terraza, los pláganos, el horru y el picu delanteros, el entorno de sierras que cercan un alargado valle con pinturas prehistóricas, aguas curativas y meandros casi circulares;adentro se suceden el salón de barra, la pared medianera que carga una siempre creciente acumulación de premios y diplomas, la cocina vista y el renovado comedor, elegante y sobrio, cuya chimenea volverá a crepitar y caldear dentro de seis meses:recordemos que la próxima semana entra oficialmente (y ojalá que verídicamente)el verano y todo Priorio, con La Arquera y Las Caldas, lo celebran resaltando colores y calores.
Al menos deseamos que, de propicia, pinten calva la ocasión para que los comensales disfruten de los aires de La Mostayal y de los aromas de cada plato, complementarios y potenciadores; y si cayeran chaparrones, el vapor perfumado de la tierra mojada y los vapores perfumados del corderu xaldo se compenetrarán otro tanto.
Casa Chema es chigre de pueblo y restaurante de alto coturno; Joaquina y José Luis chigreros dedicados además de chef y maître. Parten de la tradición y abarcan la innovación. Se amplian en otros estilos y posibilidades.
Por ejemplo: Joaquina forma parte del Club de las Guisanderas, y como tal ejerce de guardiana de las recetas apócrifas heredadas en opapelinos y a lápiz. Yde los modos sustanciales y consustanciales con honra y laurel, que en el 2011, primera convocatoria de tan seguido y perseguido premio, su fabada recibió el galardón de ‘Mejor del mundo’.
¿Merecía tanto? Probablemente: cremosa, densa y brava, les granxes se acompañan de chorizo, morcilla, lacón y tocino de gochu asturcelta bien criado y mejor vivido.
La prensa nacional y unos cuántos voceros internacionales difundieron el título, y Casa Chema acogió madrileños y belgas, vascos e italianos, valencianos y alemanes.
No bastaba: el pasado año volvieron a conseguir por segunda vez igual corona, y claro, una medalla de oro, diploma; dos, doctora. Y sólo hace tres semanas, su cachopo de ternera asturiana empanada en harina de castaña y relleno de crema de queso Rey Silo, jamón, trufa y una yema de huevo líquida, se llevó el primer premio nacional del II Concurso de Cachopos. Y remontándonos nueve años, los buñuelos de bacalao conquistaron el podio al mejor pincho asturiano. Y retornando a éste, ídem la terrina de pitu caleya y setas
Técnica, cariño y versatilidad los de Joaquina y José Luis, la que elabora con aplauso y reconocimiento nuestro pote rey, y el que lo presenta y sirve.
Juntos maduran vacuno mayor cuidadosamente, o eligen porcino y ovino de raza y crianza selladas. Y rizando el rizo ofrecen ofertas veganas, desde una fabada cien por cien hortelana, a cachopinos de seitán, albóndigas de berenjena y azuki o fritadas de verduras con espagueti de mar
¡Habrá mayor ejemplo de tolerancia democrática que mientras unos comen ensalada de pack choi (coliacelga) y berenjena asada, mouse de queso de sésamo y caldo de sidra con ají picante, otros zambullan el paladar entregándolo a un entrecot de vacuno mayor a la plancha con salsa de cabrales o a una paletilla de cordero xaldu? Joaquina y José Luis conquistan, contentan y hermanan los gustos más diversos.
¡Qué pena no disponer políticos así!